Ojos que no ven, negocios que prosperan
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"Córdoba es la
segunda cocina nacional de cocaína". La contratapa de La Voz del Interior,
sin ninguna inocencia, denunciaba esa mañana un flagelo que era ya un secreto a
gritos. La página correspondía a un
ejemplar del año pasado y la verdad es que el flagelo es mucho más antiguo que
el artículo periodístico. Esta mañana he
tenido la satisfacción de enterarme que dos proyectos de ley del Ejecutivo
Provincial ingresaban a la Unicameral con ganas de darle un golpe al
narcotráfico y al inmundo negocio de la trata de personas y la prostitución.
Tengo la convicción
que el tráfico de estupefacientes, la proliferación de cocinas de cocaína que
hierven en nuestros barrios, las decenas de pistas de aterrizaje ocultas en los
campos del interior cordobés y los miles de prostíbulos que aniquilan, primero
la libertad y luego el futuro de tantas y tantas mujeres, solo viven
saludablemente gracias a cómplices que pueden otorgarle “permisos” y
protección.
Esta infraestructura enterrada en la impunidad, prospera y
se transforma en un negocio extraordinario sólo con ojos que no ven, patrulleros
que llegan tarde, zonas liberadas, jueces
y fiscales temerosos y por el “gran padrino” del gobierno que mira crecer este
infierno no sólo paralizado sino tomando a veces tajadas del negocio.
El futuro de nuestros
hijos está amenazado y las chicas, libradas a su suerte, condenadas, si esta
miserable parafernalia de la destrucción avanza. Y al igual que yo otros tantos lo sabíamos, periodistas y dirigentes
políticos! Y lo dije en la última campaña a gobernador. Expresaba entonces claramente
que Córdoba debía adherir a la Ley nacional que abría las puertas a una acción
contundente desde Córdoba, sin esperar a los federales. Denunciábamos los
vuelos en los campos de soja. Invitábamos a los intendentes a meterse en el
problema. "O nos metemos o nos llevan puestos a nuestros pibes!!", no
hay otra posibilidad.
¡Ya está!, pasaron doce
años. Doce años en los que el negocio engordó. Los lupanares se multiplicaron y
creció la población de corruptos que hicieron oídos sordos y miradas ciegas.
Cuesta creer que quienes se ofrecen como paladines de la causa, pasaban por distraídos,
bajaban funcionarios curiosos y no ponían recursos en esta lucha.
Cuesta creer. Pero vamos a estar allí. Vamos a apoyar y
mejorar estas iniciativas para arreciar el combate contra los dos sucios
mundos. El tema es demasiado trascendental como para hacer una cortina de humo.
Sería una canallada imperdonable!