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La justicia debe ser seria
Pasaron casi dos meses desde que apareciera a la luz la situación que afecta al vicepresidente de la Nación, sorprendiendo a propios y extraños hasta alcanzar una dimensión que se aproxima al escándalo.
La delicada controversia ha dejado en claro una vez más el modo de actuar que asume el gobierno para resolver un presunto acto de corrupción: negándose a aceptar realidades que son imposibles de ocultar por que están a la vista de todos.
No es para mí ninguna novedad que volver sobre el tema a muchos les molesta y aparecen entonces las voces de aquellos que dicen “…otra vez Juez con lo mismo”, porque no entienden que la corrupción es un mal endémico en la República: en Argentina la corrupción es sistémica, está enquistada e instalada en el sistema.
Y para ocultar la realidad, mirando al costado o bajándole el precio a lo que es imposible de negar porque está en boca de todos, cómo resuelve el Gobierno la situación que lo erosiona: echando al jefe de los fiscales, nombrando en su reemplazo a un amigo de un tipo sospechado.
Ningún país serio funciona de este modo, porque lo que corresponde hacer cuando ha sido puesta en duda la Justicia, es poner más Justicia; y cuando hay dudas sobre un juicio, debemos exigirle a la Justicia probidad, celeridad, razón, independencia.
Pero acá, alrededor nuestro, entre nosotros, esto no funciona así; tanto que en este caso el sospechado termina denunciando a un intocable del peronismo, a uno de los pocos inalcanzables por la sospecha. Esteban Righi, un dirigente que hizo gala de su militancia “camporista” siendo un joven Ministro del Interior del gobierno popular de 1973, como tal perseguido por los defensores del derecho impuesto por la fuerza y crítico a la hora de analizar el pasado.
Pero el enceguecimiento de quienes deben gobernar con serenidad y mesura al defender sus posicionamientos internos, ha llevado a que el denunciado -a destiempo y sin pruebas a la vista- sea el Procurador de la Nación, máximo jefe de los fiscales. Es por ello que hacemos debida reserva de nuestro derecho a esgrimir la duda.
¿Y por qué se sospecha de Esteban Righi? Porque no hizo lo que desde el gobierno pretendían que hubiese hecho: que el juez Rafecas y el fiscal Rívolo no continuaran con las actuaciones iniciadas por la causa Ciccone y tal vez haber completado el desvarío haciéndole saber a Boudou y a alguien más que afrontarían dificultades. Righi ha sido abogado de los Kirchner, de Guillermo Moreno, de De Vido y de la señora de De Vido y como tal, y hasta ayer, de absoluta confianza del gobierno. Ahora termina yéndose advirtiendo que “el tiempo va a aclarar que lo que se dijo es una mentira”.
Sigamos, ¿por qué viene Reposo? que para nada trae descanso: El gran mérito del sucesor de Righi, Daniel Reposo, es haber convertido bajo su conducción a la SIGEN (Sindicatura General de la Nación) en un organismo de silencio absoluto. Una vez lo interpelamos y se presentó con un manual que Aníbal Fernández puso en sus manos, apuntándole como debía proceder: a partir de la letra recibida, por obra y gracia de Reposo todos los dictámenes de la SIGEN que hasta entonces fueron públicos y se colgaban en la página de internet de este organismo nacional de control, dejaron de ser públicos y sólo conocidos por Aníbal Fernández desde su ministerio.
Esta impostura se prolonga ubicando a un tipo de estricta confianza de una persona sospechada al frente del Ministerio Publico. ¡Más de lo mismo!
Hay que posibilitar que la Justicia actúe. Es inadmisible que el tema de la calcográfica estuviese dos meses en las tapas de todos los diarios sin que se haya tomado una sola medida procesal responsable, hasta llegar al colmo de comprobar que Rafecas, juez de la causa, intercambiaba mensajes con el abogado de uno de los imputados!
Víctimas de estos escándalos no son Boudou, Righi, ni Rafecas. La gran víctima resultan la Política, la República y sus Instituciones. Y la herida de muerte nuevamente será la verdad... Nosotros seguimos clamando que los jóvenes se comprometan en la militancia política, que asuman responsabilidades, que protagonicen el cambio.
Para finalizar y frente al inevitable paso que requiere el nombramiento de Reposo por el Congreso (deberá contar con los dos tercios de los votos), en el recinto voy a manifestar mi oposición, para ser coherente con lo que he dicho cientos de veces en Córdoba y en el Senado: la Justicia tiene que ser independiente; la Justicia por más que nos moleste a los políticos, a los comunicadores, a los dueños de los grupos económicos, la Justicia tiene que ser independiente. No se puede manejar la Justicia conforme a los designios de quien gobierna, porque es el último rincón que les queda a los decentes.