Con perturbación e incomodidad he leído la editorial que hoy se publica en el diario que usted dirige (http://www.lavoz.com.ar/editorial/equilibrio-politico-cordoba), en la cual se pondera un supuesto equilibrio político en Córdoba, basado en esa fatídica quimera de bipartidismo. Más allá de la miopía de esa publicación, me pregunto qué fueron de aquellas editoriales que desde ese mismo espacio saludaban el fin de las estructuras políticas vetustas y escindidas de toda representación. Enfoques y miradas que saludaban y avizoraban un horizonte donde la construcción de nuevos pensamientos y practicas cívicas se manifestaran en las urnas. Señor director, eso sucede y todavía tiene lugar en la provincia de Córdoba. Ocurre y tiene vigencia desde 2003 cuando abandoné una cínica y perversa maquinaria partidista para ofrecer junto a los ciudadanos de todas las condiciones una alternativa a la corrupción y perpetuación en el poder.
Nuestro espacio político posee un indiscutible caudal electoral, social y cívico, que incluye no menos de medio millón de sufragantes y voluntades populares, que se refleja concretamente a nivel nacional en el Congreso, en la provincia como segunda fuerza política y en el ámbito municipal.
Saludamos la elección de Río Cuarto y la voluntad de sus electores, tanto por el resultado como por su madurez cívica. Ambas fueron más allá de la extorsión y el mal gasto de los bienes públicos que propuso el gobernador de la provincia, algo que se reflejó desde las páginas de su diario y de parte de la prensa provincial. Realidad que no la califica tan ejemplar. Además, con sinceridad y sin pretensión de corregirle le recuerdo que en Río Cuarto se impuso otra vez una construcción plural que excede holgadamente a la UCR, y en la que se integran agrupaciones políticas como la nuestra, el socialismo y vecinalistas.
Con el respeto que Usted merece, lo mismo que el diario que usted dirige, permítame decirle que son tales razones las que me incomodan. Tanto como que desde una editorial se salude con inédito regocijo la vuelta del “bipartidismo”, catalogándolo como garantía de civilización, gobernabilidad y el retorno a las tradiciones cívicas. Con todo, me permito definir a esa expresión como una negación de la épica social y política realizada por el pueblo de Córdoba en la última década. Gesta que nos mantendrá presentes, e irrenunciables en nuestras convicciones políticas.