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Quien deja huellas, jamás desaparece
Cuando han pasado 36 años desde el nefasto 24 de marzo de1976, voy a repetir mis definiciones de siempre, aquellas que año tras año he manifestado y que apuntan a evitar que existan propietarios de los Derechos Humanos, aquellos que desde sus verdades creen que la historia es una sola y que el futuro debe ser como se lo proponen.
Siempre he sostenido que la verdad se construye con nuestras pequeñas verdades individuales y que es bueno y necesario, frente a la magnitud que tuvo aquel tropiezo, obrar con humildad, con respeto, con firmeza.
La memoria, y lo señale ya sobre “La Noche de los Lápices” al cuestionar el uso publicitario que se hizo de la lucha de los pibes de La Plata para vender el boleto electoral que ahora tiene la provincia, no puede ser utilizada con liviandad, con mezquinos propósitos. La memoria no tiene dueño y en manos de todos sirve para no volver a equivocarnos.
Quiero detenerme un segundo aquí y fijar que hoy la memoria representa mucho más que su valor evocativo… La memoria es un espacio, son los objetos y es una gran tarea. En efecto, se trata de un acto de testimonio, de archivo, pero también de objetos, canciones, espacios, memoriales, edificios, calles y todos lo que nos sirva para reconstruirla y proyectarla. Porque cada una de estas cosas que nombro tiene la capacidad de comunicar y entregarnos la posibilidad de reflexionar, de hacernos pensar profundamente sobre nosotros en perspectiva de nuestros roles y de las conductas que tuvimos. Todas y cada una de las cosas que enumeré ayuda a ejercer nuestra conciencia, compromiso y solidaridad. Por eso –repito- la memoria es una tarea que jamás debemos postergar ni eludir.
Hace pocos días, alguien me leyó el párrafo del fiscal Julio Strassera al pedir condena para los genocidas. Guarde el recorte pensando que en esas pocas líneas está dicho todo, para que lo recuerden los que lo vivieron y se informen quienes, como yo, que tenía solo trece años, aprendamos a no olvidar.
Decía Strassera: “En la Argentina, todos estábamos en libertad condicional...Enseñar a leer, dar catequesis, pedir la instauración del boleto escolar o atender un dispensario, podían ser acciones peligrosas. Todo acto de solidaridad era sospechado de subversivo. Señores jueces: quiero renunciar expresamente a toda pretensión de originalidad para cerrar esta requisitoria. Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores jueces: Nunca más!
Con ese afán, y porque sostenemos la memoria, todos los años rendiremos homenaje a los desaparecidos y a quienes padecieron la cárcel y la persecución, reiterando nuestro compromiso, haciéndonos presentes en el memorial que siendo gobierno municipal levantamos sin hacer ruido en el Cementerio San Vicente, que en su placa inaugural lleva la leyenda “Quién deja huellas jamás desaparece”.