F Pido la Palabra: Siete años después soñar es posible

lunes, 1 de septiembre de 2014

Siete años después soñar es posible

Vamos otra vez por la Córdoba que
queremos

Eran tiempos de progresismo cierto, con un país moralmente enriquecido apostando a valores corroídos por la crisis del 2001.La ética, la honestidad y la transparencia no eran enunciados vacíos y cierto orden comenzaba  insinuarse en el funcionamiento del Estado en todos sus niveles. El anhelo generalizado era poder  vivir dignamente, sin las zozobras de la inestabilidad, con frutos ciertos para el trabajo y devoluciones en servicios por parte de administraciones visibles, abiertas a la participación, solventes, interesadas por las obras necesarias.


En aquel camino estábamos y entusiasmados por el indetenible crecimiento de nuestra presencia pensabamos que Gobernar Córdoba era posible. Pero lo mismos de hoy, que son los mismos de siempre, no están dispuestos a abandonar prebendas y beneficios, negocitos y negociados. Por eso nos pusieron la traba. Fue revolcón y caída. Ponernos de pie y continuar con nuestro empeño.
Esa fuerza que no perdimos pese a haber sido despojados, nosotros y quienes creyeron que había llegado el tiempo de gobernar la provincia con un color distinto a los conocidos por la alternancia bipartidista, nos hizo seguir y aquí estamos.
En setiembre del 2007 el dólar cotizaba a 3.11 comprador; vendedor, 3.15. El boleto de ómnibus tenía un precio de 1.20 desde el año anterior. La deuda consolidada de la provincia (oficialmente consolidada, aunque presumíamos que era sensiblemente superior) era de 18.220 millones de pesos.
Han pasado sólo siete años y una buena parte de la sociedad ve al progresismo como un fracaso y en semejante circunstancia, los dueños del poder, los que nunca cedieron tener la sartén por el mango y el mango también, están dispuestos a meter marcha atrás y volver por las suyas. Con todo. Sin concesiones. Mientras, muchos seguimos convencidos que sigue siendo necesario, indispensable, recomponer la equidad y la igualdad de oportunidades, aunque los responsables del caos que vivimos –por sobre mejorías que no desconocemos pero que se invalidad en los vicios ocultos- batan el parche para quedarse y empeñen las cuentas públicas ofreciendo más circo que pan.
Hoy la inflación se come la billetera; los que viven de su sueldo comen lo que pueden; el dólar ronda los 14 pesos y la nafta multiplicó en siete años cinco veces su valor: de 2.19 la super llegó a los 12 pesos actuales.
Y la deuda pública cordobesa, aquella que se esconde y no se toca,  ha engordado ilimitadamente por la construcción de Obras públicas no productivas (Centro Cívico, Estadio Kempes, Faro del Bicentenario, Nueva Terminal de Ómnibus, por caso) y por la emisión de bonos que se utilizaron para pagar deudas. Patear para adelante, es la costumbre.

Nosotros seguimos ilusionados. Creemos que es posible una Córdoba distinta, parada sobre números ciertos, con un equilibrado manejo de lo que se recauda con lo que se invierte. Sólo basta ser cristalino y prudente para que la salud tenga insumos, las aulas dejen de ser contenedores y la obra pública mejore la calidad de vida y no el paisaje. Si no volvemos a la ética, a la honestidad y a la transparencia, estos vivos que nos empeñaron el futuro son capaces de construir un mar (aunque sea de mentiras, que es su hábito) para justificar sus negocios y el sentido de un Faro innecesario. Y lo peor, seguirán sumergiéndonos en la inseguridad, porque la policía que no vela por nosotros y se enreda en los pliegues del narco tráfico, necesita de una conducción política ajena al delito y de una justicia cabalmente independiente. Lo demás, es fraude.